Fotos Meta.

Foto de chico grabando vídeo en iPhone. Strachán con Marqués de Larios, Málaga, 26 de febrero de 2025. (50 mm, 1/320 s, f/1.8, 3200).

Soy milenial joven —del año 92.º del siglo pasado o 992.º del milenio pasado—.

Como tanto milenial de esos tiempos, recuerdo que una de las ideas que permeaban nuestra cultura “cool” era lo “meta”.

El concepto de lo “meta” venía de la cultura anglosajona, principalmente de la estadounidense, y hacía referencia a aquello que, “perteneciente o relativo a una historia, conversación, personaje, etc., conscientemente [hiciera] referencia o [comentara] sobre su propio tema o características, a menudo en forma de parodia”. Alguien contaba un chiste sobre contar chistes y, en lugar de reirnos como personas normales, poníamos una cara de autocomplacencia y decíamos “qué meta”.

Insoportables que éramos. Pero al menos no decíamos “PEC”.

En fin, que nos gustaba lo “meta”.

Fruto de ello, quizá, es que me mola un montón fotografiar a gente que hace fotografías o graba vídeos. Me parece bonito ver a personas de todas las edades —he visto a niños que apenas pueden andar y señores que, bueno, apenas pueden andar— usando sus móviles o alguna cámara dedicada para grabar para la posteridad su visita a una heladería, el lucir de un nuevo corte de cabello, los primeros pasos de un niño pequeño —en el caso de la señora, no la niña—, etc.

Chica fotografiando el Monumento ecuestre a Felipe IV, Madrid, 16 de febrero de 2025. (39 mm, 1/4000 s, f/6.3, 800).

Chica haciéndose una autofotografía —un selfie— en la Plaza de Isabel II, Madrid, 16 de febrero de 2025. (56 mm, 1/250 s, f/13, 800).

Cierto es que, en el 99% de los casos, lo que fotografiamos ha sido fotografiado ya tropecientas veces: ¿cuántas fotos no habrá del Palacio Real o de pesonas haciendo fotos? (Criticar mis fotografías de personas haciendo fotografías es muy meta). Pero lo interesante es que cada uno documentamos —para nosotros y para nuestra posteridad— nuestras propias vidas, observaciones, vivencias… en fin, nuestro punto de vista. Y eso tiene valor.

Chica joven fotografiando a una modelo mientras otra chica revisa sus fotos en el móvil. Plaza de Oriente, Madrid, 16 de febrero de 2025. (62 mm, 1/1600 s, f/11, 800).

Chica fotografiándome a mí fotografiándola a ella por haberla visto fotografiando cosas con un iPhone. Plaza de Oriente, Madrid, 16 de febrero de 2025. (150 mm, 1/400 s, f/7.1, 800).

Chico grabando vídeo con cámara profesional. Reloj de Sol, Marbella, 26 de febrero de 2024. (Perdona la mala calidad, me estaban presionando para irme). (150 mm, 1/30 s, f/20, 160).

Cada uno de estos fotógrafos está eligiendo aquello que les parece importante documentar. Y eso “importante” va a variar muchísimo: un primer viaje al extranjero, las primeras palabras de un bebé, la boda de una querida amiga, un primer coche o primera casa, un día soleado. Incluso en aquellas fotografías aparentemente inanes —quizá la mayoriá—, como fotos de documentos, de recibos —“tiques”— de una compra importante, lo que hacemos constar es la importancia de, por ejemplo, algunos negocios jurídicos en nuestras sociedades. Es decir, decidir fotografiar la factura de la compra de una televisión lo que nos viene a decir es que para ese comprador dicha compraventa ha sido importante; no deja de ser un comentario sobre nuestros modelos social y económico.

Resulta, pues, que lo valioso no es la fotografía en sí, sino la importancia de que cada fotógrafo —profesional o casual— plasme su particular visión del mundo utilizando las herramientas que tenga a su alcance. Lo importante es que cada persona ve el mundo desde un peculiar punto de vista , con su particular enfoque, apertura y sensibilidad y, por tanto, profundidad de campo e iluminación.

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Zaragoza.